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Las personas se conocen por lo que hacen y dicen. La presidenta del INE, Guadalupe Taddei, en medio de la controversia por su parcialidad a lo largo del proceso electoral y de muy discutibles decisiones del INE, como prohibir a una candidata al Senado participar en un espacio de debate en un programa radiofónico líder en la formación de opinión, ha hecho propia la demanda de Morena de que los convocantes de la llamada marea rosa desistan del uso del color distintivo del INE. La consejera presidenta llama e invoca al respeto. La marea con razón la ha ignorado.
¿Qué es la marea rosa? Por lo pronto no es un espacio partidista. Allí no mandan las dirigencias de los partidos, más bien son incómodas, tanto que el oficialismo de siempre utiliza el argumento con una clara intención de restar autenticidad a la movilización. El directorio convocante marca su distancia de los partidos, pero eso no quiere decir que la marea rosa no sea política y con definición electoral en esta última etapa, no por un partido, sino por una causa, ejercer el voto para contener la embestida contra la democracia del oficialismo.
La marea rosa ha sido el movimiento ciudadano más relevante en la historia reciente en defensa del INE y de los principios y valores de la democracia mexicana. La movilización ciudadana influyó para que no prosperara el golpe terminal en su contra del presidente López Obrador al pretender modificar la Constitución.
Taddei no sólo muestra ingratitud, también parcialidad. Le importa ser dócil con quien violenta la legalidad y la equidad del proceso electoral, no está con los ciudadanos que salen a defender a la institución que sirve y se debe. Este caso es peor que el de la senadora Lilly Téllez, de por sí de escándalo, porque al menos fue una decisión del Consejo, desafortunada, pero avalada. La señora Taddei antes de pronunciarse debió dejar que el Consejo resolviera y no asumir una postura personal, discutible y sin sustento jurídico.
La moral de las autoridades es la ley. A la consejera Taddei y a algún otro le parecerá indebido, impropio o falta de respeto el uso de un color de identidad institucional, tema de opinión, pero no de determinación jurídica. La consejera Carla Humphrey lo reconoce, no hay base legal para ni siquiera recomendar el no uso del color porque no existe exclusividad derivada de un derecho legal. En otras palabras, la ley no ampara en forma alguna el reclamo de la consejera.
El INE y al movimiento ciudadano comparten la necesidad de mostrar independencia de los partidos. El espectro de los colores es infinito, pero por todas las consideraciones y, especialmente la que pretende ignorar la señora Taddei, la movilización ciudadana se originó para frenar el intento legislativo de acabar con el INE. Los colores no son de una institución, son de un propósito, de una causa, de la democracia, donde convergen el INE y la marea rosa. ¡Claro! Eso tiene sin cuidado a la consejera presidenta y es allí donde adquiere claridad su condición de funcionaria que representa legalmente al INE, pero no la causa a la que sirve y que le da sentido y propósito.
Al oficialismo y a la señora Taddei les preocupa la natural e inevitable evolución electoral de la Marea Rosa. La presencia multitudinaria revela que ese desencanto no es compartido con quienes participan, como prueba la monumental movilización de este domingo a escasos días de la elección. La democracia tiene que ver con la libertad de expresión que el INE ha resuelto coartar, con el debate público que también niega o inhibe. La democracia va de la mano de la libertad de asociación y de la movilización en cualquiera de sus expresiones; remite al proceso electoral, al sufragio efectivo, a la libertad de los ciudadanos, de los partidos y candidatos para que el voto determine quien deba gobernar o representar. Se acredita por su ejercicio, por la manera en que los ciudadanos concurren a ejercer una libertad fundamental en un entorno de certeza, de competencia justa y equitativa, al margen de la parcialidad por la interferencia de las autoridades o de la intimidación por parte de los criminales.
El INE y su presidenta tienen problemas más serios y graves qué atender. Una ilustrativa muestra de la descomposición que hoy se vive: la excitativa de la consejera presidenta a que el movimiento ciudadano se despoje de su color de identidad.