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MÉRIDA, Yuc., 28 de julio de 2021.- ¿Sabías que la obsesión por comer sano también puede causar daños a tu salud? A esa obsesión se le conoce medicamente como ortorexia que puede producir desnutrición, anemia, osteoporosis, problemas cardiovasculares y hasta la muerte.
La ortorexia nerviosa es un cuadro obsesivo-compulsivo caracterizado por una preocupación extrema hacia la selección de alimentos considerados saludables.
De acuerdo con investigaciones consultadas por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), este desorden alimenticio, aun cuando está motivado por el deseo de alcanzar una salud óptima, tiene el riesgo de provocar deficiencias nutricionales, pérdidas de peso mayores de lo normal, complicaciones médicas en general y una mala calidad de vida, derivados de una dieta que omite importantes grupos alimenticios.
El término ortorexia fue acuñado en 1997 por el médico Steven Bratman, quien señala que la predilección por una alimentación sana no se convierte en enfermedad hasta que el entusiasmo por este tipo de alimentos se transforma en obsesión, de manera que pensar en la comida sana puede convertirse en el tema central de casi todos los momentos del día y ser la fuente principal de autoestima, valor y significado para la persona.
Bratman propone un autoexamen que alerta sobre la posibilidad de tener la enfermedad, si se responde afirmativamente a cualquiera de estos seis cuestionamientos:
La Organización Mundial de la Salud estima que 28 por ciento de la población mundial padece tal alteración, la cual hasta el momento no es considerada como un trastorno psiquiátrico. Básicamente, el debate se ha centrado en definirla, ya sea como una conducta obsesiva-compulsiva, una variante de un trastorno alimentario, una nueva conducta alimentaria o simplemente una actitud culturalmente influenciada, en lugar de una enfermedad (5).
Es fundamental hacer mención del factor socioeconómico ya que la ortorexia promueve los productos orgánicos y su costo asciende incluso hasta el triple que los alimentos comunes, esto nos indica que las personas que presentan rasgos o el trastorno como tal, cuentan con un nivel de solvencia económica estable, según concluyeron expertos de la UNAM en un estudio.
Investigaciones recientes revelaron que quienes tienen el padecimiento presentan una inquietud o fijación por el impacto de la calidad y composición de la comida en su salud física y/o emocional, además de que se abstienen en forma rigurosa de los alimentos que les parecen “insanos”, como los productos que contienen cualquier tipo de grasa, conservantes, aditivos alimentarios, productos animales u otros ingredientes considerados por el sujeto como poco benéficos para su cuerpo, y se obsesionan por consumir una dieta nutricionalmente equilibrada debido a su preocupación acerca de la “pureza” de los alimentos. Aunado a ello, las personas ortoréxicas no manifiestan interés por su peso o por su apariencia física, sino por tener una dieta percibida como promotora de la buena salud.
La emaciación (adelgazamiento patológico) es común entre los seguidores de ciertas dietas saludables, como la de comida cruda, y a veces puede llegar a los extremos de la anorexia nerviosa. De hecho, la ortorexia llevada al extremo es tan peligrosa como la anorexia. Sin embargo, la motivación subyacente es diferente. Mientras que una persona anoréxica quiere principalmente perder peso, una ortoréxica busca sentirse pura. En cualquiera de los casos, ambas condiciones pueden llevar a la muerte.
Mientras que la anorexia afecta sobre todo a mujeres blancas, jóvenes o muy jóvenes, de clase media, la ortorexia parece un poco menos discriminatoria en cuanto a la edad y la raza, según los estudios realizados hasta la fecha, aunque el criterio económico (clase media o alta) parece relativamente estable. Sin embargo, la distribución por sexos de los comportamientos ortoréxicos es, por ahora, una cuestión sin resolver.
Las personas con esta enfermedad pueden ser tratadas con éxito mediante una combinación de terapias cognitiva-conductuales, psicoeducación y tratamiento farmacológico, con la intervención de un equipo multidisciplinario.